Todo comienza en una noche fría,
en un bosque congelado, en el cual una serie de personajes, tan estrafalarios
como se esperaría en una cinta de este calibre se nos muestran desfilando.
Dos hombres a caballo, escoltando
a varios esclavos. Sus siluetas se forman en contraste con los arboles, y el frío se marca en el aliento que sale de su respiración, de su cansancio.
Hasta ese momento (los primeros
cinco minutos, créditos iniciales) el tono es serio.
Nos encontramos en algún lugar de
Texas, dos años antes de la guerra civil.
Entonces el alemán irrumpe en la
escena, la cabeza del caballo explota y el tono cambia radicalmente.
Y el espectador se da cuenta a lo
que va, al absurdo del asunto: Una película de Quentin Tarantino. Una película tan
creativa como incorrecta, con soundtrack memorable incluido (en este caso con
canciones de John Legend, Johnny Cash y Ennio Morricone, muy recomendable).
Dicha escena es el detonante de
la relación entre el esclavo Django (llamado Freeman, en una referencia por
demás cómica) interpretado por Jaime Foxx y el caza recompensas y dentista King
Schultz, interpretado por el talentosísimo Christoph Waltz.
Hago aquí un apartado para hablar
de Waltz, y de su personaje, sin duda el más fascinante de la historia.
Aquí se deja ver el cariño y la
admiración que Tarantino profesa hacia Waltz, y no hay duda de que dicho
personaje fuera escrito enteramente para él.
Hay diálogos y situaciones que
solo en manos de Waltz pudieron ser tan geniales como resultaron, y en este
punto el actor irradia carisma, talento, quizá demasiado.
Si hay justicia en este mundo
Christoph Waltz ganaría el Oscar (de nuevo) pero eso esta por verse.
King Schultz libera a Django por
sus propios intereses, la búsqueda de una pandilla, de la cual el esclavo
conoce su ubicación.
En este punto, el personaje de
Schultz y su presencia hacen que la cinta se desarrolle de la manera correcta,
es el gancho narrativo dentro de la misma.
Después de terminar el trabajo y
con una secuencia simplemente hilarante (y caricaturesca) en la cual se
presentan los primeros Ku Klux Klan, Schultz se siente responsable por el
destino de Django.
Entonces intima con el esclavo, y
conoce sus intereses: encontrar y liberar a su esposa, Broomhilda (Kerry
Washington).
Es la ayuda que Schultz le ofrece
a Django la que hace que siga habiendo una historia.
A estas alturas, la cinta irradia
sentimentalismo, en las dosis adecuadas (claro, si es una película de
Tarantino).
Después de una búsqueda infructuosa,
el premio final es un club donde se practica el deporte (por así decirlo) de la
lucha de mandingos, una pelea a muerte entre esclavos.
El mayor admirador de dicho
deporte: Calvin Candie dueño de la plantación de algodón conocida como Candyland.
Este papel recae en Leonardo DiCaprio, la encarnación del mal.
Obviamente es el rival a vencer,
y Tarantino nos lo presenta como uno de los tópicos más interesantes de la
cinta.
Son curiosas las reacciones que
la sociedad tiene al mostrar a un esclavo libre como Django, pero la opinión de
Candie con respecto a los esclavos es quizá el punto más alto, y por demás el más
monstruoso que se muestra en toda la cinta.
Mucho se ha dicho y aun se dirá
con respecto al discurso de Candie, sobre el cráneo de los africanos, y que
sale a raíz de la frenología.
Es por otra parte, el personaje
más estilizado, y uno de los mejores que Tarantino ha creado. El villano
perfecto, vaya.
Su secuaz (todo villano perfecto
debe de tener uno) es Stephen, interpretado por el Samuel L. Jackson.
Al igual que King Schultz, Stephen
está hecho para que su presencia amerite que haya más historia, que se
desarrolle de la manera correcta, en este punto, cuando Django y Schultz se dan
cuenta de que Broomhilda se encuentra en Candyland. Y Stephen se da cuenta de
sus intenciones.
A raíz de esto sigue la matanza
(sin entrar en detalles) y con escenas de suspenso que solo podrían ser
confeccionadas por Tarantino.
Es curioso dicho pensamiento, que
hay situaciones, diálogos, pensamientos y personajes que solo pudieron salir de
la mente de Tarantino.
Esta es una cinta que ha generado
polémica, y más que nada entra la riña que Spike Lee (al parecer una película de
negros no es buena si no la dirigió él) ha buscado con el director.
De cualquier manera, es esa
irreverencia, el golpear en lugar de saludar, lo que hace que Tarantino sea tan
respetado dentro de la industria.
Si la película no fuera tan
ruidosa, no sería ni una pizca de buena a como resulto. Y no sería Tarantino,
de igual manera.
Claro que habrá delicados que lo
tomen a ofensa, que no se sentirán preparados para la propuesta y alternativa
aquí presentada.
No solo en el pensamiento, también
en el estomago, desde luego. ¿Realmente puede salir tanta sangre del cuerpo de
una persona?
Como sea, para “políticamente correctas”
hay varias mata-neuronas en la sala de al lado, con infinidad de explosiones.
Siempre las habrá.
Pero la alternativa allí esta, por incomoda que resulte hasta cierto punto, y ya es cosa del espectador como tomarla.
Adolfo Nuñez Jurado


genial :D me encanto esa pelicula n.n
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